Quid futurum cras? ¿qué pasará mañana?

 


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Quid futurum cras? ¿Qué pasará mañana?

(Texto reescrito a partir de la primera versión del 2012).

Parece como si desde hace unos días el tiempo me persiguiera algo más que de costumbre. Mi hija Claudia ha cumplido quince años y ya es toda una mujer. Un buen amigo acaba de traspasar la mítica barrera del medio siglo. Comienzo a traducir las cartas de Séneca y la primera trata de cómomimar nuestro tiempo: “Mientras la aplazamos - dice Séneca-, la vida pasa". Y por si fuera poco, abro el Facebook y encuentro las palabras del Dalai Lama que ha compartido un amigo: "Sólo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama Ayer y otro Mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y, sobre todo, vivir".

El carpe diem expresado de tantas maneras, en tantos poemas y tantas canciones, en la sabiduría popular de los refranes. Todos hemos pensado alguna vez, todos hemos sentido la necesidad, la casi obligación de vivir el tiempo presente, y nos postulamos como defensores de esta idea. Pero... ¿Lo sabemos hacer? Lo ponemos en práctica? ¿Hay una única manera de entender el carpe diem?

Cuando hablamos del tema con los amigos (qué conversaciones tenemos ¿verdad?), solemos oponer los términos pasado-presente-futuro. Y es aquí donde me pregunto, ¿para disfrutar del momento presente, hay que dejar el pasado, hay que desdeñar el futuro?

Ayer ya no está, es cierto, pero soy quien soy y estoy donde estoy después de haber hecho un camino determinado y no otro. Y quizás es bueno hacer una pausa en este camino, sentarse sobre una roca, cerca de una fuente, mirar atrás y seguir adelante con la conciencia de saber quiénes somos y de dónde venimos.

Y mañana? Quid futurum cras? ¿Qué pasará mañana? Yo siempre me había detenido en la frase que Horacio escribe justo después de carpe diem, donde dice Nec minima crédula postero, "No confíes nada en el mañana". Mmmm... No sabría qué deciros, amigos. No es por llevarle la contraria al poeta de Venusia, pero no deja de ser paradójico que es él mismo quien nos recuerda en otro poema que "un corazón bien preparado espera un cambio de suerte en el infortunio, pero lo teme en la ventura". Pongamos un ejemplo fácil: una persona pasa un mal momento, se ha quedado sin trabajo, está inquieta por la salud de alguien a quien quiere. ¿No debe tener esperanza en que mañana sea mejor que hoy? ¿Es esto incompatible con vivir el presente? ¿No es menos cierto que esperamos, que soñamos desde nuestro presente?

¿Y si buscamos el equilibrio? ¿Y si podemos recordar el pasado sin estar anclados en él? ¿Y si podemos soñar el futuro en libertad, sin ser esclavos de los propios sueños?

¿Y el Presente? Fugaz, escurridizo, tan difícil de retener como el agua del mar en la palma de la mano. El poeta nos da alguna pista para intentar atraparlo: sapias, vina liques, "Sé listo, tómate una copita" (la versión es mía y es un poco libre, pero refleja la idea del original latín).

En cuanto a mí, ahora mismo (no sé mañana) entiendo que carpe diem es hacer lo que te gusta y que te guste lo que estés haciendo. Es escribir esta nota tan densa mientras miro como mi hija Elia juega en el parque. Es ver con los alumnos de segundo de Bachillerato como Bruto asesina a César (¿Tú también, hijo mío?).

Ahora mismo, entiendo que disfrutar del momento es tener ilusión por ir a trabajar cada día, es tener ilusión para disfrutar de la compañía de los que amas.

Entiendo, en definitiva, que la vida no se piensa, se vive.

Nota: Este post nació hace casi una década: la Claudia que cumplía  15 entonces es hoy una flamante graduada universitaria y la pequeña Elia que jugaba en el parque está a punto de acabar el bachillerato. El tiempo pasa y pasa rápido.

La imagen está tomada en el Restaurant Mas Pi de Verges, en el momento de la pausa traductora del poeta Horacio.

El tema musical de hoy es el Concierto de Aranjuez (Adagio) de Joaquín Rodrigo: https://www.youtube.com/watch?v=KzEFQW9CXGc

 

 

 

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